Autora: Jovi Nazareno, candidata a Ed.M. en Harvard Graduate School of Education

Traductora: Mishel Tirira

Mientras estaba rodeada de educadores en un curso llamado Becoming an Expert Learner1, surgió una discusión sobre cómo apoyar la memoria en los alumnos. Hablamos sobre la importancia y la utilidad de la exposición a múltiples modalidades de información. Este tema se enredó con lo que ahora se conoce como neuromito, los estilos de aprendizaje VAK (visual, auditivo o cinestésico), un neuromito tan omnipresente que varios compañeros expresaron su frustración por haber implementado esa teoría en las aulas solo para descubrir más tarde sus inexactitudes y daño.

¿Qué es un neuromito? ¿Qué tiene esto que ver con VAK?

Los neuromitos son conceptos erróneos sobre el cerebro. Los seres humanos nos inclinamos por las explicaciones simples.2 Esto explica parcialmente por qué podríamos aferrarnos firmemente a las teorías que fomentan una comprensión clara, aunque a veces falsa, del funcionamiento interno del cerebro. También todos tenemos prejuicios y atajos que nos ayudan a comprender y utilizar la información rápidamente.<sup>3

En el caso de los estilos de aprendizaje VAK, el mito proviene de una creencia pasada e inexacta de que cada persona tiene un estilo de aprendizaje específico. Si una persona aprendiera en ese estilo, eso beneficiaría su aprendizaje porque así debe funcionar su cerebro, al menos esa era la lógica. Sin embargo, la teoría de los estilos de aprendizaje VAK no ha podido sostener ninguna evidencia.4,5,6 A pesar de la falta de evidencia, la prevalencia y aplicación de tales neuromitos continúan.7,8 

Vale la pena señalar aquí que la teoría de los estilos de aprendizaje VAK no debe confundirse con la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. Si bien la teoría de estilos de aprendizaje de VAK no tiene ninguna base en la evidencia, Gardner fundamenta sus múltiples inteligencias en la evidencia. Pero incluso el propio Gardner no afirma que las inteligencias múltiples estén basadas en la neurociencia.9

Desafortunadamente, existen muchos neuromitos en la educación, como los estilos de aprendizaje VAK. En la superficie, esto puede no parecer gran cosa. Sin embargo, si las prácticas de instrucción están orientadas hacia un “estilo” particular, produce en detrimento de la exposición a múltiples modalidades de entrada.10 Y las aportaciones de diversas modalidades hacen de soporte de memoria.

Cuestiona tus creencias

A pesar de la desacreditación de VAK, ¿por qué se sigue hablando de estos? Puedo pensar en muchos casos en los que he escuchado a compañeros de clase e incluso a colegas decir frases como «bueno, soy un aprendiz visual». Debo admitir honestamente que yo también he sido culpable de tales frases, ya que simplemente repetí lo que otros me habían dicho y lo que yo pensaba que era cierto. Hasta que fui expuesto explícitamente al término neuromito y aprendí sobre la influencia de los neuromitos en la educación, no me detuve a pensar en el daño que me causé a mí misma y a los demás al perpetuar tales errores.

Debemos aceptar que las creencias que tenemos son importantes. Necesitamos asegurarnos de que la base de nuestras creencias sea sólida y verdadera. Y cuando las creencias no son ciertas, es hora de adaptar nuestras costumbres y ser los aprendices de por vida que aspiramos que los estudiantes sean.

Nota: Si quieres saber más, haz clic aquí para ver la mini-biblioteca sobre neuromitos

1 The class is titled EDU H110L: Becoming an Expert Learner, at the Harvard Graduate School of Education (Instructor: Tina Grotzer).

2 Conexiones: Plataforma de Ciencias del Aprendizaje. (2017, May 17). Neuromyths by Tracey Tokuhama-Espinosa, Ph.D. Mayo 2017 [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=ED_MdfkPONw&t=25s

3 Benson, B. (2016, September 1). Cognitive bias cheat sheet: Because thinking is hard. Better Humans. https://betterhumans.coach.me/cognitive-bias-cheat-sheet-55a472476b18

4 Pashler, H., McDaniel, M., Rohrer, D., & Bjork, R. (2008). Learning styles: Concepts and evidence. Psychological Science in the Public Interest, 9(3), 105–119. https://doi.org/10.1111/j.1539-6053.2009.01038.x

5 Rohrer, D., & Pashler, H. (2012). Learning styles: Where’s the evidence? Medical Education, 46(7), 634–635. https://doi.org/10.1111/j.1365-2923.2012.04273.x

6 Willingham, D. T., Hughes, E. M., & Dobolyi, D. G. (2015). The scientific status of learning styles theories. Teaching of Psychology, 42(3), 266–271. https://doi.org/10.1177/0098628315589505

7 Dekker, S., Lee, N. C., Howard-Jones, P., & Jolles, J. (2012). Neuromyths in education: Prevalence and predictors of misconceptions among teachers. Frontiers in Psychology, 3, 1–8. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2012.00429

8 Howard-Jones, P. A. (2014). Neuroscience and education: Myths and messages. Nature Reviews Neuroscience, 15, 817.

9 Tokuhama-Espinosa, T. (2018). Neuromyths: Debunking false ideas about the brain. W. W. Norton & Company.

10 Alferink, L. A., & Farmer-Dougan, V. (2010). Brain-(not) based education: Dangers of misunderstanding and misapplication of neuroscience research. Exceptionality, 18(1), 42–52. https://doi.org/10.1080/09362830903462573